Mirar a la presa y dejarse mirar por ella.

Hoy la inteligencia artificial se esfuerza por llevar la empatía a la tecnología, pareciera que, en contrapartida, yo en cada vez me alejo más de ella. No me malinterprete, en el monte gozo de los artilugios electrónicos, pero sólo por precaución, celular, GPS o radio, no mas. Siempre he aceptado mi personalidad sigma, y quizás por ello desarrollo al máximo mi empatía en el monte, lo comprendo, lo entiendo, puedo obtener mi presa, o no, pero el resultado es el mismo, satisfacción infinita.

 Los  pequeñísimos desafíos a los que me enfrento en el día a día, se me antojan tediosos y me producen hastío. Y Ud. me dirá que todos se enfrentan a lo mismo, pero... tiene que ver con la consideración de cuestiones tan profundamente humanas como la (Otra vez) empatía, las emociones y los sentimientos.  Lo que nos permita entender con más profundidad el funcionamiento de las emociones y sentimientos. Lo importante es una sola cosa, es donde está mi respuesta personal, es el acto de ir a cazar, y empieza mucho antes, a veces en casa preparando el equipo, y todavía mas atrás, cuando vamos al polígono y hacer los controles  que son menester con nuestros fuegos, o aún más atrás, en el uso de nuestro equipo de recarga. Inclusive en estos simples actos encuentro la reparación de mis energías.

Con frecuencia, hay poesía en las etiquetas de lo intangible: la palabra galesa "Hiraeth" tiene similitudes con la palabra portuguesa "saudade", que describe un sentimiento de melancolía supuestamente característico de los portugueses o brasileños, y que se resume en una melancolía por un lugar que nunca existió, saudade, "no es solo extrañar a un lugar que nunca ha existido. Es un sentimiento que va más allá de sus sinónimos 'nostalgia', 'echar de menos', 'extrañar' o 'sentir falta'. Es algo casi físico, es inexplicable. Pero para nosotros los cazadores o pescadores, si bien el sentimiento es el mismo, sabemos que el lugar está ahí, existe, es la imperceptible brisa del monte que nos pone en alerta, o el continuo movimiento de vaivén de la lancha anclada, atentos a la llevada que nos sacará un estertóreo sapucai.

Pero allá vamos, nada nos detiene, algo nos pueden ralentizar, quizás, cómo los años, pero nada más, no nos detendrá. Cuándo  a mi hijo por radio le transmito un gutural ¡Uff!, en nuestro argot es una palabra expresa una forma de medida, él sabe que hasta allí llegó su viejo, específica que llegará un poco tarde a un lugar concreto. Y eso porque buscaré una banana o alguna menudencia en la mochila y reanudaré la marcha, eso si, mas lento quizás.  Al monte no le importa tu estado físico, ni tu edad, sólo existe, puede ser neutro, placentero o terriblemente cruel. De cada uno y su aprendizaje del monte, depende el grado con que desarrollemos uno de los mejores inventos de la humanidad: la empatía. ¿Esa palabra otra vez? oh, si, es el secreto, que nos permitirá ser uno con el monte, nos permitirá integrarnos a él. Con empatía seremos capaces de asumir el monte dentro de uno mismo, es tener una dualidad sentimental que implica un esfuerzo mental complejo quizás, pero que la experiencia te permite conocer y reconocer a ese ser en toda su dimensión.

 Al monte no le importa tu estado físico, ni tu edad, sólo existe, puede ser neutro, placentero o terriblemente cruel.

Todo aquello que conforma lo que podríamos llamar “el alma” del monte es extremadamente complejo, pero la empatía se lleva todos los premios. Sin emociones y sin sentimientos no hay empatía. Pero además también necesita compasión, sensibilidad, respeto, comprensión, etc.. debemos ser capaces de encontrar belleza en las imperfecciones, una aceptación del ciclo de la vida y de la muerte. Nos enseña que conocer nuestra transitoriedad y la asimetría en nuestras vidas nos puede llevar a una existencia más gratificante, aunque sea más modesta. Lo que traducido sería al buen castellano sería que el diablo sabe por diablo, pero sabe más por viejo. Mi mejor compañero de caza, mi hijo, ve mejor, es mas fuerte, se mueve más rápido, tira mas lejos, se orienta rápido, tiene instinto, pero es incapaz de dejarse ver con la presa, quizás con el tiempo comulgue con ella.

Yo, por otra parte, con el esfuerzo que me cuesta alcanzar un lugar, con todos los achaques de mi gastada humanidad, puedo llegar ver una manada de ciervos, y algún otro viejo cazador me comprenderá, verla pasar con esa majestuosidad que el macho tiene, la gracilidad de las ciervas siguiéndolo, quedas siempre maravillado con ese espectáculo, con ese cuadro siento que es un pecado tirarles. Ves como de repente, con la brisa a tu favor, imposible que te olfateen o te vean, sin embargo, miran hacia mi y no se inmutan, como si dijeran, si, te veo, hermano. Y ese día no disparo, no hay presa. Ese momento es como un vínculo, un lazo, una relación, es empatía con el entorno del que formas parte por un tiempo, un momento genial donde bajas tu fusil. Y eso paga toda la carne que hoy no te llevarás.

Dirás chochera o cháchara de viejo, quizás hasta sea cierto, porque cuando hoy abato mi pieza, que lo hago, no te confundas, sólo traigo su carne, dejo cuero y huesos, menos peso, vió?. Entonces viejo si, pero te deseo a ti esos momentos únicos, que debes vivir para comprender. Se ha demostrado que nuestro entorno influye en nuestra manera de ser, de disfrutar, en nuestros hábitos, en conseguir lo que nos proponemos, y estoy decidido a dejar que pase.

Sólo traigo su carne, dejo cuero y huesos, menos peso, vió?

Una vez que tienes una palabra para algo, se vuelve mucho más tangible, mucho más accesible. Las formas de tus pensamientos empiezan a incluir estas formas distintas de ver, de ser. Pero no hay una sola palabra para describir ese momento, y éxtasis me parece que falta, lo mas parecido que encontré es kalpa, una palabra en sánscrito que significa el paso del tiempo en una escala grande, cosmológica. Pero no es adecuada, si lo sería si esa gran escala de tiempo quedaría congelada.

Es agradable lo que sigue después, quedas en una actitud maravillosa, miras a la distancia, al vacío, sin pensar en nada específico, la mente en blanco, libre. También busqué una palabra para esto, porque yo no la tenía,  y esta vez si la encontré. Resulta que es una acción, y los japoneses hasta le han dado un nombre a esta acción..."Boketto". Asi que...que el monte te de boketto.

"Boketto"