Hernandarias

En lo mas alto de las barrancas del Paraná se yergue Villa Hernandarias. Un pueblo de desarrollo minero, también como agricultor y ganadero, sin olvidar que tiene la particularidad de ser pionero en la zona en la explotación del yeso, usado actualmente como fertilizante para los campos.

Lugar de encanto con bellos paisajes y que hace las delicias del pescador, el sólo sentarse en las márgenes del Paraná, en su bello parque de frondosas arboledas hace que uno alargue su vida por el mero hecho de hacer un asado en los muchos asadores dispuestos en el lugar, o simplemente tomarse unos mates disfrutando de la vista del Paraná y del llamado "Flotante".

El puerto se creó en 1893. Al primer muelle flotante se lo trajo en 1924, para cargar y descargar la mercadería e incluso para pasajeros que hacían el recorrido de Buenos Aires-Asunción. El embarcadero flotante actual data de 1940. En ese lugar se encuentra un comedor de pescados de muy buena fama.

Y es justamente frente a este lugar donde se congregan tres amigos a matear, todos en algún momento de su vida han portado el uniforme de la Patria, con distintos grados y en distintas fuerzas, quizás el servicio al bien común es lo que los amiga, porque hace rato que han colgado sus uniformes y pasado a cuarteles de invierno, unos antes, otros después, pero los tres ya retirados de la actividad. Si bien es domingo por la mañana con una brisa que trae frescura al lugar, los cimarrones circulan como que nunca se acabará el agua caliente. Se regocijan del momento porque todavía no hay gente en el lugar, es un buen momento para estar vivos, se disfruta y cuentan historias, con frases casi desgranadas, para que no se pierdan detalles, al puro estilo militar, por la costumbre, los hábitos son difíciles de olvidar.

Las historias empiezan a relatarse, y esto es heredado de los andaluces, tratar de matarle el punto al otro, la historia puede no ser cierta, pero sí con obligación debe ser mas grande que la anterior. Luego de un silencio prolongado, sin mirarlos, entrecerrando los ojos como si con eso pudiera recordar mejor, Willy espetó: aquí, una vez pesqué una liebre. Los demás, impávidos, lo miraron con atención, sin una mueca, esperando el desenlace.

Luego de una pausa, Willy relataba que había venido desde su destino en la provincia de Santa Fe solo para pasar ese tiempo de tranquilidad que los pescadores conocen. Acompañado de su cuñado y muñidos del equipo necesario, se fueron acercando raudamente a Hernandarias, solo para embestir antes de su destino una liebre de tamaño descomunal, la verdadera mega liebre a su decir, una sobreviviente antediluviana. Lo cierto es que la pobre bicha encontró la muerte en el impacto, se encogieron de hombros y subieron el inesperado botín al baúl.

Llegado a destino, armó su equipo de pesca, armó un terrible garrote con el que tiraba a considerable distancia en cada tiro. Pero sus cañazos se veían ensombrecidos por la persistente presencia de un parlanchín personaje. El hablatinoso no cedía en sus embates, perjudicando la paz de ese momento tan esperado.

Ya colmada su paciencia y a una seña a su cuñado, este trajo la inmensa liebre. Luego de un trabajo de diversión para que la maniobra escapara a las miradas curiosas, dejó caer la liebre al Paraná y le dio tanza para que la corriente se la llevara. En un momento frenó la corrida  por lo que el garrote se doblaba furiosamente, llegando a dudar Willy de poder sacar la liebre del agua.

 De repente ya se había olvidado del bocazas a quien iba dirigida la broma, se concentraba en sacar la liebre, la corriente era intensa y la presa, mojada era aún mas pesada. Hacía recordar al libro de Hemingway, El viejo y el mar,  cuando el viejo pesca un pez aguja más largo que su barca, es puesto a prueba hasta el límite mientras sujeta el sedal con manos sangrantes, esforzándose para acercarlo arponearlo. Aunque aquí el momento era menos épico, Willy no quería perder su liebre, no será un pez espada como el del libro, pero un escabeche o un guisodonte de liebre jamás es despreciable y siempre codiciado.

Poco a poco se congrega a su alrededor un gentío atraídos por la exclamaciones del bocón y por la brutal liza que se desarrollaba, el garrote se doblaba y la tanza tirante gemía. Unos turistas cordobeses seguían la acción con entusiasmo y asombro. Hasta que uno corrió y volvió con un bichero para ayudar. Uno de sus amigos rugió mientras se le marcaban las venas del cuello ¡Nooo, culiao, el bonete, el boneteee!.

Pero luego de mucho esfuerzo, logró sacarla de la correntada, por lo que ya recostada a la costa solo era cuestión de traerla y rogar que no se cortara la tanza al subirla al muelle. Terminada esa faena, dejo a su imaginación la cara de satisfacción de Willy y la de estupefacción de los curiosos auto congregados.

Los otros dos amigos aprobaron con carcajadas la alegre ocurrencia de su amigo. Luego Maxi se sacó la gorra, miró el sol entre los árboles mientras se rascaba la calva como recordando, Willy y Ariel guardaron silencio, se aproximaba otra historia. Maxi entre sus actividades, tiene una fábrica, GyG, que produce placas anti humedad, tan buenas que inclusive se exportan. Maxi era quien los había convocado a pasar el fin de semana en su cabaña, conocedores de su buena atención y arte culinario, no era cuestión de dejar pasar el convite.

En un pueblo chiquito se agrandan las historias, y estas siempre ocurren al aire libre, Maxi empezó a narrar su historia con calma, como levantó la fábrica a lo que es hoy, la calidad de sus empleados, a los cuales se deshacía en elogios. Siendo el lugar famoso por sus pollos decidió agasajar a sus empleados y familias con un asado de pollos locales. Mucha gente.

Como todo organizador de eventos, vive con miedo en las horas previas, porque empiezan las presunciones... se está viniendo feo, negrito el sur... alguno que remata, no es para preocuparlo, don Maxi, pero Ud sabe que la luna se hizo con agua... y en esos miedos va la angustia de Maxi, porque había preparado con mucha anticipación el guateque . Una noche antes estaban las guirnaldas y farolitos de papel colgados. Una lluvia, un viento al galope sería fatal.

Son muchos, dijo Willy, ¿Cuántos metros de largo tenía la parrilla? Maxi se rascó la punta de la oreja, como para recordar y ganar tiempo, dijo que había hecho las parrillas de armazón de hierro y alambre tejido...700 metros! un pollo al lado del otro! dijo con orgullo.

Willy se miraba la punta de los pies mientras asentía con la cabeza haciendo movimientos cortos y rápidos, de repente le clavó la vista y le espetó ¿Cómo hicieron para adobarlos? Y Maxi que le responde con soltura, ah, fácil, contraté un avión fumigador!

Luego con parsimonia, miran fijamente a Ariel, era el momento de su historia, pero como no arrancaba lo espolearon un poco, así que arrancó, ¿Conocen la Piedra Mora, el meteorito que está en el río? ¿Ahí dónde dicen que sale el negrito de abajo del agua y le da vuelta la canoa a los pescadores? si, responden a coro... pero que tarde se hizo amigo lector!, otro día le transmito esa historia.