Montaraz, mi primer funcho

Cómo pasa el tiempo, deje mis mejores años siendo un soldado, contemplando miles de noches y amaneceres, casi sin darme cuenta deje de ser aquel joven con tantas ganas de volar, con inquietudes, sueños y anhelos dispuesto a comerse al mundo. Pero mi cuerpo envejeció, mis sentidos dejaron de ser los mismos, pero lo que mantiene vivo a mi corazón son los recuerdos interminables de todas esas aventuras vividas, tantas anécdotas que les podría contar.

Fueron felices y duras épocas, vertiginosas, y para relajarme...nada como el fusil y la mochila, a buscar alguna presa al monte o la pradera. 

Hoy sigo con la misma costumbre, aunque los años se cuentan en décadas y el andar es mas pesado. Tampoco tengo ese Máuser 1909, recamarado al 308, viejo, feo, de mal aspecto, imposible de recargar rápidamente para hacer dos disparos seguidos, debía tratarse con cariño y suavidad, aún así, algunas vainas quedaban pegadas en la recámara. 

Condenado 1909! Cómo me hacía renegar!!! al principio quería revolearlo hasta ponerlo en órbita, en otras quería partirlo contra un poste, sacaba a flote lo peor de mí. Pero claro, ese hechizo endemoniado era el fusil ideal para mí, por su...precio, ridículamente barato. Armado por el armero más económico de la ciudad, después de un par de disparos, y aún manteniendo la cabeza sobre mis hombros, dije: a darle cariño que me dará carne.

 Ligero, manejable y bastante apto, por sus dimensiones, para la caza en el monte. El problema es que se puso odioso conmigo desde el primer día. Juro que tenía personalidad propia. Si en algún momento querías practicar tiro al blanco, era tan liviano el Montaraz (Así lo llamé) que en poco tiempo te dejaba el hombro negro, a la miseria, destruido por la falta de peso.

Un fusil así de corto es más manejable, sobre todo donde hay poco espacio, como dentro de un vehículo o en el monte, al menos eso pensé. Pero resultó que el Montaraz no era un dechado de virtudes.  Podías recibir el impacto del casquillo expulsado en plena cara, eso si no bajabas el caño; los humos del disparo irritan la nariz y los ojos. Y los bloqueos y encasquillamientos resultaron frecuentes.

Inclusive llegué a creer que fué armado por un  incompetente (Que me disculpe el finadito), escogido y  usado por un triste, neófito e infortunado cazador, o sea yo. Sobre todo cuando el arma, por simple que pueda parecer, no funciona. Yo no quería usar la máxima yanqui, 'spray and pray' (desperdiga y reza) para pegarle a algo, el bicho merece respeto,  debe morir rápida y dignamente, sin crueldades innecesarias.

Triste, apesadumbrado, y sin dinero para otra opción, de repente recordé un chascarrillo habitual en mi, digamos línea de trabajo, que recomienda a los soldados ser cuidadosos con su armamento, recordando que lo ha construido el fabricante más barato, y de él dependen sus vidas, o sea, en la medida que lo cuides, el te cuidará

Así que un día, mientras lo limpiaba, le hablé al mejor estilo del recluta Patoso: Montaraz, esta relación de amor y odio no nos lleva a ninguna parte, estudiaré como mejorar la relación, estaré preparado para tus peculiaridades. Somos un binomio, debemos arrancar y ser parejos. Así empecé por cambiar de marca de munición, después de todo, no a todos nos gusta comer lo mismo. Se acabaron los equiscallamientos, la capsula ya no se pegaba a la pared de la recámara, y el humo, ya no era ese hediondo y acre. Una gran cosa, íbamos avanzando.

180 grains? sólo al chancho y como máximo a 100 metros, Y a un ciervo? 200, cómodo, demasiado, eso si, con  menos grains. Al blanco de papel? solo para controlar la mira, no hacía esos agrupamientos que te pongan orgulloso, pero para más, no daba el pobre Montaraz. Para el segundo tiro, había que abrir el cerrojo empujar levemente el segundo tiro hacia adelante, y cerrarlo, era mejor aprender a pegar en el primer intento con seguridad. Así era él y había que aceptarlo, había que aprender a cazar con sus reglas

Pero eso si,  con una gran cualidad, me enseñó a ser paciente, a esperar mi momento, fríamente, sin ansiedad, que las sienes ya no me pulsen, la respiración tranquila, los latidos controlados, se diría que me enseñó a entrar en estado zen. Entonces él hablaba, dándome la recompensa de una buena presa. Mugroso fusil el Montaraz, me exigió al máximo y me hizo un cazador de verdad al no perdonarme un solo error.

Con el tiempo pasé a un Remington 700, un juego, después de haber pasado por el Montaraz. Si peinas canas como yo, y necesitas un rifle muy ligero, preciso y rápido de recargar, estoy seguro de un modelo que no te defraudará, yo lo sé, es lo que hoy uso. Se trata de la versión ultraligera del Rifle Tikka T3x, un arma terminada con caja sintética que solo pesa 2,7 kilogramos, es capaz de agrupar 5 impactos en 1 MOA y posee uno de los cerrojos más rápidos del mercado.  Toda una maravilla, que hace del pobre Montaraz un orco despelucado.

La ética se refiere a esta experiencia de la mesura en la convivencia humana, y a la conciencia de los límites que no debieran sobrepasarse para poder hacerla posible. Naturalmente, no siempre se ha trazado el límite en el mismo lugar, ni la conciencia se ha mantenido invariante en la historia. Traduciendo, tengo el arma y la mesura que la experiencia me ha dado, pero no pierdo oportunidad de empujar límites. Así, hoy, por falta de amigos libres de compromisos, y con necesidad de  esa sensación de paz que solo el monte en solitario te da, a veces lo camino solo, ya no traigo la presa entera, solo la carne, allá quedan huesos cuero y demás. El paso del tiempo, recuerda?

En ocasiones me siento raro en mi propia casa. Para colmo de males, yo sé que para un cazador siempre habrá nuevas aventuras que contar. Pero aunque el tiempo no perdona y hoy estoy aquí, de pronto me siento como un pájaro al que le cortaron las alas y lo mantienen cautivo en una jaula. Entonces, ya sé que es hora, a repasar la mochila siempre preparada, revisar el fusil al detalle con sus municiones, acomodar los viejos borcegos, la cacería espera, el ritual comienza otra vez. Voy a cazar algo? a quien le importa? lo importante es que voy a estar cazando.