Pero y la PU&$#@@@@!!!!

Las palabras elegantes no son sinceras; las palabras sinceras no son elegantes, así al menos lo dijo cierto chino, muy sesudo él, que se llamaba Lao-Tse, también llamado Lao Tzu, Lao Zi, Laozi o Laocio o don Lao para los cercanos. Vivió por el siglo IV A.C. y se le considera uno de los filósofos más relevantes de la civilización china. Y si el bueno y sabio de don Lao validaba el lenguaje vulgar, él que era contemporáneo del no menos sabio Confucio y también sentó las bases del taoísmo, le dice putee nomás, no se limite y libere sus emociones estertóreamente, profiriendo maldiciones al mismo infierno e indicándole el camino correcto a seguir al autor de su furor.

OPINIÓN28 de octubre de 2023Valerio MeridioValerio Meridio
martillazo
Maldecir como carrero:Es la expresión de antaño cuando alguien usaba palabras mal sonantes. Perdón, pero las cosas como son, para el ser argento...puteada! buena, vibrante y liberante.

Hace un tiempo, hablando con mi hijo, se sorprendió al escuchar el audio de uno de los mayores héroes de la guerra de Malvinas. Pero entremos en situación, el argentinísimo Pablo Carballo, conocido por muchos como el Capitán Cruz, por su grado e indicativo de vuelo, era el protagonista del audio mientras destruía una fragata inglesa. Era piloto de un avión de ataque A-4 Skyhawk de la Fuerza Aérea Argentina, un ejemplo de hombre de bien, de soldado, honesto y siempre devoto cristiano, impecable en su forma de expresarse, cualquiera puede ver relatar con humildad y sosiego sus grandes hazañas en Youtube, y mi hijo no fue la excepción.

Desde que recuerdo, mi retoño, quiso ser un soldado y tenía en el Capitán Cruz su fanal de luz, lo admiraba y lo tomó de modelo. Cualquier otro chico idolatra algún héroe de ficción o a su crack del fútbol, pero él no, cultivaba los valores de su héroe de carne y hueso, quería reflejarse en él. En uno de sus cumpleaños le conseguí la foto de Carballo, al pie de su avión artillado con bombas, casco en mano, con una gran dedicatoria y su firma. Que feliz estaba ese niñote.

Hoy ya pasado los 20, lo escucha sorprendido a Cruz, en el audio de una misión del 82, lanzando improperios un tanto subidos de tono, mientras le grita a los desdichados anglos que vuelan por el aire, con fragata y todo, por su certero bombazo: Huijaaa!!! Viva la Patria, gringos de mierdaaa!!!. Claro, no le es difícil entender la liberación de la excitación de una misión imposible cumplida, que el mundo decía que jamás se podría hacer y la repetían toda vez que fuera necesario. Quedaba volver volver con vida, pero esa era otra cuestión. Esas lindas puteadas lanzadas por los pilotos reventaban british  con la misma virulencia que las bombas. Así, mi hijo que nunca pronuncia palabras subidas de tono, dijo luego con una amplia sonrisa de satisfacción: Jojojo! pobres HDP!. Y bueno, ya dije que el Cruz Carballo era su ejemplo, no?

Y hablando de ingleses, la historia e influencia de la Universidad de Cambridge la ha convertido en una de las más prestigiosas del mundo. Según un estudio de esta, las personas que usan malas palabras son más honestas. Explicaron que putear, si bien tiene mala prensa y es inapropiado para ciertos ambientes, también pueden tener efectos positivos. Pusieron como ejemplo  y citaron algunos insultos utilizados por Donald Trump en sus discursos de campaña que lo mostraron "más genuino" que sus competidores. "La relación entre la blasfemia y la honestidad es curiosa. Hay que pensar que cuando alguien no está filtrando su lenguaje para parecer más agradable, tampoco está filtrando sus opiniones" afirmaron. Muy interesante pesquisa, alguna capacidad debían tener, aparte de ser excelentes piratas. 

Creo firmemente que el uso de las malas palabras tiene efectos fisiológicos, emocionales y sociales que son beneficiosos para las personas. Esa puteada que lanzas te puede llegar a erizar la piel, quizás porque liberas una alta negatividad, y ya no sientes esa frustración de cargar con ella.

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Claro que el blanco de la puteada quizás no tenga un buen día después, pero tu organismo te lo agradecerá, y eso que alguna vez nos encontraremos puteándonos a nosotros mismos. Inclusive sirve para comunicarnos no importa el idioma. Estaba cierta vez en un recinto cerrado y protegido, en el que estábamos personas de distintas nacionalidades, mientras mateaba bajo un alero, pasa un vehículo, levanta una piedra que dió cerca de mi cabeza con suma violencia.  Cuando vuelve me incorporo, lo detengo y le explico en un gutural y cortés inglés para que sirven los límites de velocidad dentro de nuestros muros. El conductor que escuchaba atentamente luego esbozó una cordial sonrisa, no entendió. Pruebo en mi aun peor francés, otra vez esa molesta y educada sonrisa. Cambié la técnica, tomo una piedra del suelo a la vez que le rugía: -Escuchá, HDP! y le señalé la marca de la piedra en la pared, luego le hice ademán de romperle la testa con la piedra mientras le lanzaba puteadas de todos los colores. Hizo seña de despacio con las dos manos, -Mas te vale  hijo de la gran (Digamos) Babilonia!!! y volví a mi mate, desde ese día el moreno Bataille no condujo a mas de 5km/h. Como dice un adagio popular, hablando se entiende la gente, pero con una puteada todo queda mas claro.

Al lado, un uruguayo instruía a un grupo de connacionales y les decía sarcásticamente sobre el excelente ejemplo de comunicación universal que dió el Porteño. Obviamente tuvo la virtud de sacarme 2 puteadas mas, una por decirme porteño y otra después por mirarme de reojo, sin saber muy bien que hacer. Excelente tipo el oriental, todavía me visita porque el dólar lo favorece, se podría decir que algunas puteadas generan excelentes amistades.

Las puteadas podrían aportar beneficios sorprendentes, aparte de hacernos parecer más honestos cuando hablamos, o incluso ayudarnos a aliviar el dolor. Demostró este último punto un estudio liderado por el profesor de psicología Richard Stephens en la Keele University en el que se invitó a sus participantes a introducir una mano en agua helada mientras decían una lista de insultos a su elección o una lista de palabras neutrales. Los investigadores observaron que las personas que soltaban puteadas mientras se les congelaba la mano aguantaban mejor el dolor del frío extremo, que aquellas personas que se limitaban a decir palabras sin ninguna carga negativa. Las palabrotas actuaban, de esta manera, como una especie de analgésico natural. Hay numerosos estudios como este, ponen sobre la mesa cómo estas palabras tabú actúan como una válvula de escape en ciertas situaciones.

Soy de la opinión, como Roberto Fontanarrosa en el tercer Congreso Internacional de la Lengua Española en Rosario , que lejos de desterrarlas, a la mayoría de las malas palabras habría que darles una amnistía. "Reconsideremos su situación, e integrémoslas al lenguaje porque, les aseguro, las vamos a necesitar". Porque como decía Burro en Shrek, mejor afuera que adentro.

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