¿ASI QUE QUIERES EXPORTAR?

OPINIÓN 20 de agosto de 2022 Valerio Meridio Valerio Meridio
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Querido amigo lector, le voy a plantear un reto, y esté atento a los datos. Imagine que vive en un país donde la inflación supera holgadamente el 50% anual (sic). Donde la mitad de la población vive en la pobreza, un país con muy pocos empleos de calidad y que tiene una escasez crónica de divisas extranjeras e inversiones. Un país que lleva décadas experimentando crisis económica, política y social constante, quedándose muy atrasado en cuanto tecnología productiva. Entonces, la cosa no pude seguir así, se enfrenta a un escenario insostenible. Una situación en la que sentarse y tomar decisiones. La pregunta sería, si Ud. estuviera al mando ¿Qué decisiones tomaría?

Pues bien, estoy seguro que con tamaños problemas internos, una de las soluciones que pondría sobre la mesa sería: este país tiene que volcarse claramente al comercio exterior, al fin y al cabo le permitiría alcanzar un montón de divisas, crear nuevos puestos de trabajo, atraer nuevas inversiones, hacerse con nuevas tecnologías, crear nuevos mercados y un largo etc. de beneficios. Una fórmula que han aplicado muchos gobiernos en el largo y ancho mundo. Desde España a Japón, pasando por Polonia, China o Singapur. 

Pero sin embargo, mi querido amigo lector, hay un país con muchos, muchísimos mas problemas que los enumerados, en el que sin embargo el comercio exterior casi suena a herejía. Por supuesto, me estoy refiriendo a Argentina, la cuál parece alérgica al mundo exterior. 

¿Por qué  Argentina es tan hostil al comercio exterior? ¿Qué trabas existen? ¿Por qué no asemos del comercio exterior una enorme fuente de riquezas? Quizás las respuestas deberíamos buscarlas donde empezó todo.

DE LA GLOBALIZACIÓN AL AISLAMIENTO

Bien es sabido que nuestro país era despoblado y pobre hasta el siglo XIX en que se produjo un enorme cambio social y económico. El país se abrió al mundo y llegaron millones de inmigrantes e inversiones que pudieron poner a trabajar las grandes extensiones de la  Pampa Húmeda. Empezamos ser conocidos como el Granero del Mundo y como uno de los países mas prósperos de toda la Tierra. Los ferrocarriles trasladaban a los puertos de Rosario y Buenos Aires el producto del campo conseguido con el arduo trabajo de los inmigrantes europeos que habían llegado en busca de riquezas. 

De esta forma, las ciudades crecían, las inversiones se acumulaban y teníamos nuestra propia versión del sueño americano. Pero esto empezó a cambiar con la gran crisis de 1929. Una crisis que tuvo su origen en EEUU pero pronto se extendió al resto del mundo. Y Argentina no fue la excepción. A partir de ese momento fueron muchos los que señalaron el comercio internacional, a las fronteras abiertas, ya la patrón oro como como los ingredientes claves de la crisis. Algo que provocó una enorme ola de nacionalismo, intervencionismo y proteccionismo en la política mundial.

Y aquí, mi amigo, nuestro país fu un alumno ejemplar. El liberalismo económico y la economía agroexportadora que hasta entonces habían caracterizado a nuestro gaucho país, pasaron a ser considerado un modelo anticuado. La opinión mayoritaria empezó a orientarse en que el país debía enfocarse en llevar a cabo un proceso de industrialización interna que le permitiera no estar sujeta a las fluctuaciones de las economía mundial.

Estas ideas se consolidaron con el estallido de la Segunda Guerra Mundial y sobre todo con la llegada al poder en 1946 de Perón. A partir de ese momento el país se iría cerrando poco a poco a la economía mundial siguiendo la llamada política de Sustitución de Importaciones. Un tipo de política que tuvo su punto álgido a partir de los años 70.

De hecho, uno de los libros que más ha influido en nuestros economistas es la obra titulada "Vivir con lo nuestro" que publicó el Paul Krugman argentino, Aldo Ferrer. La cosa es, mi amigo, que salvo en  el breve paréntesis de la presidencia de Menem, los políticos argentinos han trabajado duramente para aislar el país del mundo. Bueno, excepto si hablamos de los dólares del Fondo Monetario Internacional. Ahí, como ya saben, o ahora se enteran, siempre ponen primero la mano y luego cuando toca pagar ponen un millón de excusas.

Argentina, lejos de promover las exportaciones, ha levantado todo tipo de barreras al comercio exterior. Lo que resulta un caso completamente paradigmático de la política internacional. Y ojo, esta es una tarea que los políticos se han tomado muy pero muy en serio. Incluso cuando los resultados han sido completamente calamitosos, no solo no han cambiado el rumbo, sino que han pisado el acelerador. Y esto es lo que precisamente nuestro actual presidente.

EN BUSCA DEL DOLAR

Lo más sorprendente en nuestro país, no es que los políticos se hayan obsesionado con poner trabas a las importaciones con la excusa de fomentar la industria nacional y evitar las pérdidas de divisas, claro que no, eso lo han echo muchos gobiernos del mundo, y que por cierto, termina mal, entre otras cosas porque se perjudica la competencia y el uso de inputs mas baratos, o tecnológicamente mas avanzados al tiempo que se generan mercados cautivos. No, lo más llamativo del caso, es que necesitando desesperadamente dólares, castiga las propias exportaciones. El gobierno no para de entorpecer las operaciones con el exterior, ya sea para comprar o para vender. En realidad da igual si eres un empresario argentino que quieres comerciar con el extranjero...eres sospechoso.

Ahora bien, ¿Cómo lo hace exactamente? ¿Qué mecanismo utiliza el gobierno para torpedear el comercio internacional? Actualmente la clave está en el control de capitales. Esto es, en las normas que el gobierno ha fijado para los argentinos que quieran comprar, vender y mover dólares, que como Ud. sabe, es la divisa de referencia del comercio mundial. Y ya sabemos como terminó, con dos tipos de cambio, el oficial y el blue. Claro las operaciones bancarias se realiza a dólar oficial, que por otra parte, tampoco es sencillo conseguir.

Pero veamos que pasa con las compras, o sea las importaciones. Cualquier empresa grande, mediana o pequeña, que necesite importar productos del extranjero, debe hacer un largo laberinto de trámites y formularios que a la hora de la verdad se le va a hacer muy difícil conseguir las divisas que necesita. Para importar productos una empresa debe conseguir una NLA, una licencia no automática de importación. Licencias que el Estado da de forma totalmente discrecional. O sea puede hacerse uno con ella sólo s el funcionario de turno considera que tu petición de comprar en el extranjero tiene o no sentido. De esta forma los interesados están obligados a explicar porqué y para qué quieren las divisas, pedirlas con un mucho tiempo de antelación, rezar para que el funcionario encargado del caso escuche sus plegarias y tenga a bien otorgarles la bendita NLA. Y si no le da la gana, bueno, pues a aguantarse.

De esta forma el gobierno controla el volumen de las importaciones que entran al país. Y si de repente las divisas del banco Central se reducen muy rápido, pues...se cierra el grifo y se desestiman mas licencias de lo normal. Pero claro, no importa que eso represente un castigo muy duro para las empresas locales, que deben enfrentarse de la noche a la mañana a la incapacidad de obtener materias primas o productos extranjeros relacionados a su actividad. Mala suerte. Esto es lo que explica, amigo lector, que en nuestro país sea recurrente la escasez de materiales que, por ejemplo, mejorar la producción o reparar una máquina herramienta. O sea el dólar oficial será barato, pero viene con trampa.

Eso si, si te llevas bien con el gobierno, puedes tener una fuente inagotable de riquezas, ¿Porqué? Pues de facto, al fijar un tipo oficial de cambio, que no tiene nada que ver con el tipo de mercado, lo que hace el gobierno es subvencionarte las compras en el extranjero. Pero eso, insisto, siempre y cuando tengas su bendición. ¿Espantoso sistema? si, losé.

Eso en cuanto a importaciones, pero, ¿Y la exportaciones? ¿Qué ocurre con las ventas al extranjero? Pues, mi amigo, si de entrada exportas un producto y consigues dólares, el gobierno te lo convierte en pesos, al tipo de cambio oficial. El problema es que la economía, ante el desastre del peso, está en gran medida dolarizada. De esta forma, los costes de las empresas se determinan por el tipo de cambio del dólar blue. Es decir que cuando una empresa decide exportar su producción, lo que va a recibir son pesos al tipo de cambio que es la mitad de lo que vale en el mercado de los dólares que le arrebata el gobierno. Para entendernos, cuando una empresa quiere importar algo, se beneficia del dólar barato, el problema es que no tiene garantizado que pueda acceder a los dólares. Y cuando quiere exportar, termina recibiendo la mitad.

Por supuesto, no debemos olvidar impuestos, regulaciones laborales y, bueno, las trabas de todo tipo que hay en el país. Esto es lo que explica que a pesar de los bajos costes salariales que se tiene, prácticamente no existen multinacionales  que quieran invertir en el país y luego vender al resto del mundo.

No, claro, es que es así, pues como que no. Pero ojo que aquí no termina todo. Dado que este tipo de políticas ha destruido el sector industrial, nuestro país se caracteriza por la exportaciones de productos agro alimentarios, como carne cereales y harina. Productos que consumimos nosotros mismos. Pues bien, para evitar que los compradores extranjero compitan con los consumidores internos, las empresas se enfrentan a cuotas máximas de exportaciones. Es decir, que el gobierno obliga a las empresas a vender una parte considerable de su producción en el mercado local, con precios, además fijados por el propio gobierno. Todo esto puede parecer muy bonito. El problema, mi amigo, es que reduce la entrada de divisas, los salarios y la inversión en incrementar la capacidad productiva. El resultado al final es malo para todos.

Pero aún más, en los últimos 20 años, la exportación estrella, la soja, sólo se devora en china, pero que apenas, se consume en el país. Con lo cuál , aquí la cuota de exportación no tiene sentido. Ahora bien, esto no detuvo a los políticos, pueden exportar toda la soja que se quiera, pero s cambio deben pagar un impuesto extraordinario. Reciben menos aún que el valor del dólar oficial. Esto es así porque, primero, el gobierno les convierte los dólares a pesos según el tipo de cambio oficial, y luego les cobra un impuesto adicional del 33%.

Pero aún hay mas, todavía no terminamos. El gobierno no para de aprobar barreras para que vender en el extranjero sea cada vez más difícil. Por ejemplo, los agro exportadores, deben ser inscriptos en el "Registro de Operadores de Cadena Agro Alimentaria". Algo que los obliga a hacer más papeleos. Por ejemplo, tienen que hacer declaraciones sobre las ventas que desean hacer el siguiente año, entregar información financiera par probar que son solventes, informar detalladamente sobre sus empleados y salarios que paga, verificar que las empresas con las que interactúan cumplan con los requisitos del gobierno, etc.,etc.,etc.

Toda una pesadilla. Y aún más, luego que una empresa ha lidiado con el gobierno, cualquier empresa que quiera exportar, tiene que arreglarse con el control de dos poderosos  sindicatos, el de los camioneros y el de los empleados de  puertos. Sindicatos  que tienen el poder de paralizar la carga. Y estos son sólo unos ejemplos del día a día. Ser exportador es una tarea imposible.

Y los datos lo corroboran: las economía argentina es una de las más cerradas al comercio internacional de todo el mundo. Un país que ha decidido hacer exactamente lo contrario de los países más prósperos. La receta exactamente contraria a lo que nos hizo uno de los países más prósperos del mundo.

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