Almirante Guillermo Brown Conmemorando el 167 Aniversario de su fallecimiento

Los hombres de la Armada Argentina hoy, expresarán su sentimiento de gratitud a modo de homenaje, al máximo Prócer Naval de la Patria en el 167 aniversario del fallecimiento de quien fuera el otro libertador en nuestra historia, el Almirante Guillermo Brown.

COOLTURA03 de marzo de 2024 Por: (*) Oscar Filippi – Para: Ciudad24
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Alguna vez, el gran pensador, José A. Ortega y Gasset escribió, “… La ingratitud es el defecto más grave del hombre. Fundo esa calificación superlativa, en que siendo la sustancia del hombre su historia, todo comportamiento antihistórico adquiere el carácter de suicidio”.

Los hombres de la Armada Argentina hoy, expresarán su sentimiento de gratitud a modo de homenaje, al máximo Prócer Naval de la Patria en el 167 aniversario del fallecimiento de quien fuera el otro libertador en nuestra historia, el Almirante Guillermo Brown.

Libertador de la Patria sí, título con el que fue honrado en vida, al igual que el General José de San Martín, porque así lo entendieron las autoridades y el pueblo en su momento.

 Aquel calificativo, lamentablemente, se fue perdiendo a lo largo del tiempo en el que ya no existían quienes, desde la costa porteña habían contemplado azorados tantas veces el “fuego rasante” que el Almirante Brown ordenaba a sus tripulaciones.

 Ese esfumarse la imagen del héroe más admirado y venerado por el pueblo de su época (ver periódicos de aquellos años) es una especie de oquedad en la historiografía que generó una trascendente ingratitud.

 Pero sus hijos hoy, no lo olvidan, los hombres que forman los cuadros de nuestra orgullosa Armada Argentina, reconocen en él a su máximo Prócer.

El Almirante Guillermo Brown fue un hombre auténtico, profesional y cabal, que en sus servicios por la causa nacional mereció ser distinguido en calidad de Prócer Héroe.

 Se le consigna tal carácter porque los grandes hombres auténticos, que en el transcurso de su existencia son consecuentes en volcar tal autenticidad en el servicio de nobles causas, como generoso aporte a las más caras aspiraciones de los pueblos, pertenecen a la calidad de próceres y los próceres que en procura de las grandes causas juegan su voluntad y abnegación hasta ofrendar su propia vida, son próceres en calidad de héroes.

El Almirante Guillermo Brown, llegó a la región del Plata en el año de 1809, a bordo del “Belmond” y se radicó en Montevideo para dedicarse al comercio. Con apenas 32 años de edad y una gran experiencia marinera.

El 18 de abril de 1810 con la fragata “Jane”, de su propiedad, arribó a Buenos Aires en gestión comercial y permaneció dos meses en la entonces capital del Virreinato, siendo testigo de la semana de Mayo. Abrazó esa causa de libertad, como si se tratara la de su propia Irlanda natal.

Dedicó a nuestra Patria, 47 años de su vida, más de la mitad de los años que vivió. La Flota de Guerra más grande que le tocó comandar, nunca superó las ocho unidades navales, con ella también había que enfrentar a las “Potencias” de aquellos tiempos que, como ahora, disponían de mayor número, logística y tecnología, como en la actualidad.

Su experiencia en combate, lo llevó a crear señales de bandera para coordinar las acciones durante el día y señales también precisas, con lámparas durante la noche, combinaciones que, se referían al alistamiento de la escuadra, maniobras tácticas, prepararse para el combate, abordaje, captura, escolta de presas, pero ninguna de rendición, entrega o de vencido en la lucha. Así consiguió sus más importantes triunfos, siendo uno de los primeros marinos en el mundo, que se le atrevieron al combate en la obscuridad.

Brown luchó contra los marinos realistas que dominaban la Banda Oriental. Apresó la goleta “Nuestra Señora del Carmen” y la balandra “San Juan de Ánimas”, intentó abordar con un bote y veinte marineros al bergantín de guerra “Cisne”, y transportó también armas, víveres y oficios del gobierno de Buenos Aires a los patriotas de la Banda Oriental. En marzo de 1814 el Directorio le confirió el grado de Teniente Coronel y lo puso al frente de la escuadra.

El triunfo naval del 17 de mayo de 1814 frente a las costas de Montevideo, trajo aparejada la caída de dicha ciudad en poder de las fuerzas patriotas, hecho que se produjo el 23 de junio de 1814. Según San Martín la victoria de Brown en aguas de aquella plaza era «lo más importante hecho por la revolución americana hasta el momento».

No solo se atrevió a los enemigos del Plata, con la fragata “Hércules”, Brown emprendió una campaña de corso por aguas de Chile, Perú, Ecuador y Colombia, que se inició a fines de 1815 y abarcó hasta mediados de 1816. Llevó las ideas de libertad de la Revolución de Mayo hasta aquellas regiones y fue precursor de la gesta libertadora que llevaría a cabo el General San Martín. Cuando regresó a Buenos Aires no quiso tomar parte en conflictos internos y se retiró a su hogar, dedicándose al comercio.

El 21 de diciembre una escuadra imperial, al mando del Vicealmirante Rodrigo José Ferreyra de Lobo, bloqueó Buenos Aires.

El gobierno llamó a Guillermo Brown y el 12 de enero de 1826 le confirió, con el grado de Coronel Mayor, el mando de la escuadra integrada por muy escasas fuerzas: los bergantines “General Balcarce” y “General Belgrano” y una vieja lancha cañonera, la “Correntina”.

El 10 de junio de 1826 una poderosa fuerza brasileña, integrada por 31 barcos, se presentó ante Buenos Aires. Brown sólo disponía de 4 buques y 7 cañoneras.

El marino irlandés derrochó coraje y audacia sin límites en el combate de Quilmes, librado el 30 de julio de 1826. A bordo de la fragata “25 de Mayo”, comandada por el Coronel de Marina Tomás Espora, y apoyado por Rosales con su goleta “Río de la Plata” combatió contra veinte naves enemigas. Ante el temor de quedar varadas, las naves brasileñas se retiraron y la escuadra de Brown, ataviada como en días de gala, llegó al puerto porteño.

En agosto de 1828 finalizó la guerra naval contra el Imperio del Brasil y Brown se retiró a la vida privada, no queriendo tomar parte en la lucha que durante más de veinte años libraron unitarios y federales. El bloqueo al que fue sometido Buenos Aires por parte de las fuerzas inglesas y francesas, cuyo comienzo data desde el año 1838, hizo que el viejo Almirante volviera al servicio activo.

Burlando la flota inglesa; causó derrota tras derrota a las naves del Uruguay que comandaba Fructuoso Rivera, abierto enemigo del gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas. El 15 de agosto de 1842 Brown derrotó a una fuerza naval “riverista” comandada por el héroe italiano José Garibaldi.

Producida la caída del régimen que encabezaba Rosas, muchos marinos fueron eliminados del escalafón activo de nuestra incipiente marina, pero no el Comandante de la Escuadra de la Confederación. Por el contrario, el Ministro de Guerra y Marina le cursó al Almirante Brown una comunicación manifestando: «El Gobierno con esa medida ha consultado la decidida predilección a que V.E. tiene títulos por sus viejos y leales servicios a la República Argentina en las más solemnes épocas de su carrera».

El 3 de marzo de 1857 falleció el Almirante Guillermo Brown y el gobierno decretó honras al ilustre marino que, como decían los considerandos de la resolución oficial «simboliza las glorias navales de la República Argentina y cuya vida ha estado consagrada constantemente al servicio público en las guerras nacionales que ha sostenido nuestra Patria desde la época de la Independencia».

El General Mitre, en ocasión de despedir los despojos mortales, dijo de nuestro ilustre prócer naval: «Brown en la vida, de pie sobre la popa de su bajel, valía para nosotros por toda una flota».

Hay muchas oraciones y frases célebres del Gran Almirante que podría traer a lo ya escrito, pero elegí la oración fúnebre que, el  General Bartolomé Mitre pronunciara el mismo día en que lo despidieron: “Si algún día nuevos peligros amenazan a la patria de los argentinos, si algún día nos viésemos obligados a confiar al leño flotante el pabellón de Mayo, el soplo poderoso del viejo Almirante henchirá nuestras velas, su sombra empuñará el timón en medio de las tempestades, y su figura guerreará de pie sobre la popa de nuestras naves en medio de la humareda del cañón y de la grita del abordaje…”.

Las palabras de mitre, quedaron certificadas por los propios hijos de Brown, los Marinos Argentinos, durante el conflicto del Atlántico Sur en 1982.

El Almirante Guillermo Brown y sus Marinos, con nada, nos legaron todo, una grande, orgullosa y libre Nación en el contexto mundial.

Hoy, como en aquellos primeros días, la nada asola a la defensa, no hay buques, no hay aviones, no hay submarinos, todo lo que, con esfuerzo, trabajo, dedicación y el progreso consiguieron, haciendo que alguna vez, nuestra Armada sea la primera en Latinoamérica, en parte de nuestra historia, parece haberse perdido. Pero si hay algo que no han perdido los Marinos Argentinos, es su EJEMPLO…

Las “Ordenes de Juncal y Quilmes”, siguen vigentes: “Fuego rasante que el pueblo nos contempla!” y «¡Es preferible irse a pique que rendir el pabellón!”.

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