Dicen que los momentos de grandes crisis son los que nos hacen crecer y avanzar. Y eso es exactamente lo que le pasó a Tamara Sucko, arquitecta de 32 años que, en pleno aislamiento por la pandemia, se encontró preguntándose quién era y qué quería.

En ese momento trabajaba en una empresa familiar dedicada al rubro de la construcción, que estuvo ocho meses sin poder trabajar en las obras. Por lo que aprovechó el tiempo para avanzar en sesiones de coaching y hacer biodanza de manera virtual.

“Creo que el círculo se cerró cuando trabajé con Ikigai, que es una metodología japonesa para encontrar cuál es el propósito de tu vida. Me pregunté: ¿qué es lo que me sale bien, lo que me gusta y de qué manera puedo ayudar con eso al mundo?”, recuerda Tamara.

Y así descubrió su pasión por viajar, comer y probar nuevos sabores. Recordó cómo disfrutaba de niña cuando vivía en Río Colorado y sus abuelos la llevaban a conocer productores locales; y la angustia que le causó viajar a un pueblito de  de Catamarca y ver que sus habitantes vendían las tierras porque no lograban comercializar lo que producían.

De esa manera surgió Valijera (IG:@valijera), una propuesta que invita a viajar desde casa a diferentes regiones del país a través de la degustación de productos típicos. Cada valija trae un código QR que permite ver un video del lugar que se está conociendo, que sirve como guía para probar los productos y para aprender las leyendas y costumbres de los productores.

Lanzarse a emprender

Era agosto de 2020 cuando Tamara escuchó en un vivo de Instagram una frase que le quedó resonando: “Si tu proyecto está ciento por ciento perfecto, es que lo lanzaste tarde”. Ahí supo que tenía que salir como fuera, así que empezó a publicar en las redes con lo que tenía: una página web armada por ella. A los cinco días le llegó el primer pedido. Y para enero había hecho tantas ventas que se preguntó si quería que el proyecto fuera un pasatiempo o transformarlo en una empresa.

Cuando invirtió todas las ganancias de esos meses en crear una página web y mejorar el packaging le llegaron pedidos de empresas como Google, IBM, Zurich, Booking y Santander, entre otras.

Pero al poco tiempo le surgió una oferta laboral en Estados Unidos. Y fue ahí cuando se incorporó al proyecto su amiga Luciana Fenochietto, licenciada en Marketing, que había visto nacer y crecer el proyecto en detalle. En una charla de amigas se dieron cuenta de que también podían ser socias y trabajar a la distancia para sostener un emprendimiento con valores compartidos.

“Para mí fue un desafío salir de mi zona de confort, porque sabía que estaba en una organización sólida que me daba seguridad más allá de los vaivenes que pudiera tener el mercado nacional”, explica Luciana, quien trabajaba desde hacía siete años en el área comercial de una cadena de supermercados.

Pero se animó a dar el paso. Y hoy se encarga de tareas que Tamara no puede hacer a la distancia: carga operativa, logística, comunicación en redes, seguimiento de ventas, servicio posventa y presupuestos. Una vez por semana mantienen una reunión virtual de carácter estratégico, para analizar la planificación hacia adelante, como nuevos lanzamientos o el armado de algunas valijas con temáticas especiales.

Valijas para todos los gustos

Hoy arman valijas que permiten recorrer cuatro regiones del país: Cuyo, el Litoral, el Norte y la Patagonia; cada una en versión gourmet y premium. También se puede viajar a España, Italia y Francia; así como encontrar una valija vegana y otra celíaca.

“Los momentos fuertes del año para la venta al consumidor final es el Día del Padre, de la Madre y las fiestas de fin de año. Después salimos en búsqueda de lo que son las oportunidades con empresas, para lograr mantener el negocio el resto de los meses”, explica Luciana.

Misión solidaria

Como parte de la responsabilidad social empresaria, Tamara y Luciana se plantearon que querían colaborar para que más personas se puedan quedar en sus lugares de origen, formándose.

Y para eso hicieron un acuerdo con la Fundación Cruzada Patagónica, por el cual se dona un kit escolar por cada valija vendida. Más tarde se sumó como beneficiario el Proyecto Mochi, que busca equipar a la niñez con los elementos necesarios para seguir aprendiendo.

“Queremos que más estudiantes tengan las herramientas para poder estudiar y seguir creando un país mejor y más emprendedor”, sostiene Tamara.
Más viajes

Más viajes

En el primer año, Valijera vendió 600 valijas. Y luego lograron tener un crecimiento de un 400%, que eso representa a 3500 valijas vendidas. “Para nosotras es muy gratificante ver que esa energía y ese esfuerzo que ponemos a diario se transforma de esta manera”, explica Luciana.

También destaca que todo lo hacen con amor y sosteniendo la misión y sus valores. “Eso es lo que nos permite seguir con ese rol de amistad y de socias; ya que muchas veces no es fácil, pero creo lo vivido en estos doce años de amistad y los gustos y experiencias compartidos hoy nos posicionan fuerte para lograr llevar juntas una tarea que no es sencilla: compartir un emprendimiento y, al mismo tiempo, seguir nuestra amistad”.