Ricardo Juncos, copropietario del equipo Juncos Hollinger Racing de la IndyCar Series -en donde participó Agustín Canapino-, y de Tony Cotman, inspector de IndyCar, recorrieron el autódromo “Ciudad de Rafaela”, junto con las autoridades de Atlético de Rafaela. Ahora, llegará un informe con lo que necesita de obras de infraestructura para que lleguen competencias de nivel internacional.
DEPORTES24 de septiembre de 2024
CIUDAD24
Durante este lunes 23 de septiembre, los principales dirigentes de la institución y de la subcomisión de automovilismo fueron anfitriones de Ricardo Juncos, copropietario del equipo Juncos Hollinger Racing de la IndyCar Series, y de Tony Cotman, inspector de IndyCar, quienes recorrieron durante la mañana las instalaciones del Autódromo “Ciudad de Rafaela” con el fin de evaluarlo en vistas a la posibilidad que en un futuro importantes categorías internacionales además del IndyCar se hagan presente en nuestra ciudad.
Ya por la tarde, Juncos se reunió con referentes de las universidades con sede en nuestra ciudad, donde se dio a conocer la intención de un proyecto de integración con estudiantes de Rafaela. Luego fue el momento de diálogo con el Intendente Leonardo Viotti, sumándose posteriormente empresarios de Rafaela y la región.
Por último, Juncos junto a Viotti y dirigentes de la institución brindaron una conferencia en el Salón Verde de la Municipalidad.
Vía País
Los precios de la urea en el mercado local han caído a 480 u$s/t para ser retirados del puerto, lo que refleja una disminución mensual del 9%. Un dato positivo para la economía del productor ya iniciando la nueva campaña.
La Directora de Turismo de COOPTUR, Douwtje van Westering Machado, realizó una importante visita a diversas empresas lácteas y agroindustriales de nuestra ciudad. Acompañada por el Director de Turismo local Luciano Smut y el Director de Industria y Comercio, Mauricio Teiler el recorrido incluyó paradas en Lactear, AdecoAgro, Argenbal, GEA, Doble TT y Rivarosa, destacando el impacto de la industria lechera y agroindustrial en la región.
La guerra había terminado y un submarino alemán se dirigía a Japón. A bordo: planos, 560 kilos de óxido de uranio, dos espadas japonesas y una antigua espada samurái: crónica de una odisea con un desenlace dramático. La noche del 15 de abril de 1945, el submarino U-234 de la Kriegsmarine soltó las amarras de su base en Kristiansand, Noruega. Su misión, la primera y última, no era de combate, ni estaba preparado para ello. El U-234 debía llevar su preciosa carga, y sus pasajeros, a un destino lejano.