Los héroes desconocidos y olvidados.

Para que el lector comprenda mejor, debe saber entender dos características de la Fuerza Aérea Argentina, que la define y la distingue. La primera es que opera del mismo modo en la paz y en la guerra. Esto es así debido a que toda actividad aérea se desarrolla igual, la planificación del vuelo, las tareas de apoyo para que este vuelo se cumpla y la tarea ordenada que se cumple en dicho vuelo. En la paz, la única diferencia es que no habrá un enemigo haciendo fuego real, pero si alguien se equivoca en ese largo camino que lleva al vuelo, la misión impartida no se cumple, o peor, termina en una desgracia.

La segunda característica es que la Fuerza Aérea es igual un organismo viviente, todas las tareas son importantes y contribuyentes a su misión principal, la defensa del espacio aéreo. Entonces, así como Ud. no puede prescindir de algún  sistema de su cuerpo, la Fuerza Aérea depende totalmente de los suyos. Debido a eso,  para la bomba que eventualmente dió en el blanco y hundió una fragata, intervino una cantidad de especialistas increíble, soldados, suboficiales y oficiales.

Al ser tareas que, a veces, están quizás lejos del frente, se diría que deberían ser mas tranquilas, pero han producido de igual manera stress, zozobra, cansancio, un raro sentimiento de tristeza, angustia o inquietud de quien teme algo, a cada minuto hasta que finalmente pasa, un avión no vuelve, entonces todo vuelve a empezar otra vez, la esperanza que la tripulación esté a salvo. Después de las confirmación, un gran reseteo general y otra vez el tobogán emocional empieza de nuevo. Hay mas vuelos, mas tareas que cumplir con ingenio, la fortaleza moral es la base de todo para cumplir con profesionalismo la misión.

La Fuerza Aérea Argentina, consiente de todo esto declaró VGM, Veterano de Guerra de Malvinas, a todo su personal de apoyo en las bases continentales, que fueron sede de la FAS, Fuerza Aérea Sur, el organismo dependiente de la Fuerza Aérea Argentina, y que llevó a cabo la operaciones aéreas durante la guerra de 1982

Suboficial Principal (Re) Ángel Omar Wursten, Especialista Militar en Salvamento y Extinción de Incendios. Un practicante de paracaidismo, boxeo, kung-fu y fisiculturismo

Puestos ya en contexto, relataremos la vivencias de alguien que que Ud. llamaría bombero, para la Fuerza Aérea es un especialista de Contraincendio, y siempre su indicativo en la jerga radial del argot aeronáutico son los Rojos. Estos especialistas tragahumos tienen su propia personalidad que los define, se representan mediante dimensiones o facetas que los identifican, tienen una marca propia del oficio, lo cual corresponde a un conjunto de características humanas que son asociadas normalmente al desapego propio en favor de los demás. Esta actitud no es ajena a Ángel.

Se retiró hace unos 18 años, ha tenido una dura vida personal, también fue  marcado por dos guerras y un conflicto. Conserva ese mismo carácter afable que cuando lo conocí hace varias décadas, a pesar de los duros abollones que le ha marcado la vida, he visto gente quebrarse por mucho menos, pero no él, él se mantiene en pie, fuerte, íntegro. Como antes se mantiene disciplinado, comprometido, con ese dejo de valentía y audacia, propio de su personalidad. Quizás algo cansado, pero con actitud, es un duro y viejo soldado, no tengo dudas que así será hasta su final.

Sobre un carro portabombas

Su casa de niño estaba en la línea de despegue y aterrizaje de los aviones de la II Brigada Aérea, conocida como la Base en Paraná. Así, pasaban sobre su casa aviones DL-22, Fiat, Catalinas, DC-3 y esos majestuosos bombarderos Avro Lincoln entre otros. La flor y nata de la época de oro de la FAA, volaba sobre su cabeza todos los días.

Terminada la primaria, estudió en la Escuela de Aprendices y rumbeó a ingresar a la FAA. Vuelve a Paraná a fines del 70, destinado al Servicio de Contraincendios de la Base. Allá por el 75 se casa y en el 76 nace el inefable y hoy ausente Walter. Y aquí hago un alto, Walter, Wally, su hijo, mi amigo, un calco de su padre en lo humano y lo profesional, con una personalidad totalmente querible. Como su padre, tenía un espíritu aventurero, que lo llevó a vivir hazañas irrepetibles al común de la gente, lo mismo bajaba el Bermejo hasta Paraná en su canoa, que agarraba su Harley para disfrutar ruteando. Incluso llegó hasta Haití, ahí como enfermero en el Hospital reubicable de la Fuerza Aérea. Este soldado alado, tristemente plegó sus alas, una cruel enfermedad nos lo arrebató dejando un gran vacío en quienes lo conocieron.

Ángel vivió los aciagos 70, por lo que no hay relatos memoriosos que le mientan. Pero el tiempo no se detiene, así llega noviembre del 78, y lo encuentra retirando su bolsón de despliegue, pues desplegará a la Base Aeronaval Almirante Zar de la Armada Argentina. Allí dará apoyo a las eventuales operaciones de los Canberras entrerrianos ante una posible guerra con Chile. 

Llega abril de 1982, y se entera de los sucesos de Malvinas, como todos los demás, por los medios de comunicación. Otra vez a retirar equipo, retira el bolsón de despliegue, otra vez, rumbo Trelew, la ya conocida base Almirante Zar, lo recibirá otra vez en apoyo a los Canberras.

Un largo tren de apoyo operativo y logístico, entre ellos, una autobomba Mercedes Benz y un vehículo de menor porte. Aparte de este material rodante, estaban a su cargo el recientemente desaparecido "Piquito" Mayor, quien le seguía en jerarquía, mas 7 soldados. Salieron de madrugada de la II Brigada Aérea, todo el personal que quedó en la Base fue a despedirlos. La Banda de la Unidad estaba ahí para despedirlos con sones marciales. 

Los "bomberos" a pleno, posan delante de su Citroën Mehari, era del rojo propio de la actividad, pero lo camuflaron con barro y ramas. Detrás, mas equipo disimulado con una red mimética.

El viaje duró 4 largos días, desde que salía el sol hasta que se ocultaba. En el primer día hicieron noche en Firmat, la segunda en Trenque Lauquen, la tercera en la cárcel de Viedma, llegando a últimas horas de la tarde a Trelew. Por los pueblos que iban cruzando todo era algarabía, la gente los victoreaba y les daba ánimos, les regalaban comida y golosinas, a la vez que daban vivas a la Patria.

El personal se alojó en carpas, durísimas condiciones para quienes sufrieron el viento, el frío y la lluvia. El podía alojarse en un edificio, pero prefirió estar con su gente, su buena madera de líder prevaleció. Empezaron a cumplir su tarea, en un inclemente, inhóspito clima. Fueron dando apoyo a los Canberras, que fueron llegando ya artillados desde Paraná. A la vez que coordinaban tareas para también auxiliar a los aviones de la Armada en lo que fuera menester y así, atendió Neptunes y Trakers, entre otros.

Así, se sucedían vuelos, alarmas y prácticas de oscurecimiento, preparaban y enmascaraban sus vehículos, bajaban la intensidad de los faros con cinta negra, dejando una pequeña ranura, acondicionaban las trincheras como refugio ante un eventual bombardeo. El trabajo jamás terminaba, al contrario, se intensificó.

Así los sorprende el 1º de mayo de 1982, el día del Bautismo de Fuego de la jamás vencida Fuerza Aérea Argentina. Las alertas rojas se suceden, Inteligencia avisaba cada vez que los bombarderos Vulcan de la RAF levantaban el vuelo desde la isla Ascensión,  a las trincheras y refugios.

Si bien cumplen con su tarea, propias de su especialidad, auxilian en tareas ajenas todo lo que pueden. Si los armeros van a artillar los Canberra, perfecto, ahí están ellos ayudando a empujar los carros portabombas. Ya comen en sus vehículos, duermen sobre ellos. La desesperación por colaborar en lo que se pueda es mucha. Se habla de desplegar un equipo Contraincendios a la base de Rio Grande, se ofrece voluntario pero no se concreta.

Mientras transcurren los combates, se trabaja noche y día con una febril actividad, los aviones deben quedar en servicio para otra misión contra el inglés. Empiezan las bajas, aviones que llegan averiados de la batalla, otros que se esperan mirando a todos lados y jamás llegarán. Tripulantes que quedarán para siempre en el borrascoso Mar Argentino. La FAA era potente y golpeaba como un gran martillo para desánimo de los ingleses, que se aterrorizaban sólo de escuchar un reactor, pero la FAA también es pequeña, es como una gran familia aeronáutica, todos se conocen, todos. Entonces empiezan a llegar las listas de bajas, el dolor de ver los entrañables nombres de amigos y algunos hasta parientes, da paso a la bronca y esta a dar más de lo posible, se mantienen firmes, dan lo mejor.

Todo es un tobogán emocional, aún hoy, el recuerdo empañan sus ojos, como he visto en otros VGMs, no se resignan a haber dado todo y que la lid terminara así. Se dan pequeñas alegrías y otras grandes tristezas.

Hay una tarde en particular, el 7 de junio de 1982, en que decide darse un lujo y tomarse un baño. Ya habiéndose bañado en el dormitorio asignado al Suboficial Marizza, se hallaba conversando con éste cuando tocan la puerta. Era el jefe de despliegue, que traía la noticia que su hermano, el Suboficial Guido Tomás Marizza, había sido derribado y muerto junto a toda la tripulación de su avión, en una misión de diversión. Habían ido en un avión de fotografía aérea, que no lleva armas a pinchar el radar inglés, en un mortal juego del gato y el ratón, para que las escuadrillas de ataque entraran a golpear por otro lado. Esta mortal estrategia era propia del escuadrón Fénix. pero nunca dejaron de hacerla, ése era el espíritu que imbuía a los hombres de la FAA.

Ángel no tuvo relevo durante la guerra, a su pesar fue relevado y volvió a Paraná, se las ingenió para volver junto a sus camaradas al otro día. Eso si, la vuelta definitiva, fue muy dolorosa, venía abatido, extenuado. Lo había dado todo y más, hasta había perdido camaradas, pero no fue suficiente. Los mismos argentinos que en los pueblitos le dieron ánimos mientras se encaminaban a la guerra, les daban la espalda, y no las gracias por semejante sacrificio.

Sólo traté e remarcar algunos puntos principales de la experiencia de Ángel, y mucho queda de contar. Cada VGM tiene su propia historia. La Fuerza Aérea sorprendió no sólo al enemigo, una potencia mundial apoyada por la NATO y EEUU, sino al mundo, y esto, gracias a sus hombres, que como Ángel,  hacen gala de espíritu indomable. 

HONOR Y GRATITUD PARA ELLOS!!!