LA DÉDALO

El paracaidismo deportivo puede ser una actividad de riesgo, sus practicantes la disfrutan, y la eligen libremente. Por no ser ser impuesta es recreativa, se realiza por placer, sin más obligación que el fin de divertirse, relajarse y aliviar el estrés diario. Contribuye al desarrollo integral, permitiendo aprender nuevas habilidades, ejercitar el cuerpo y la mente. Esta actividad, que puede ser individual o colectiva, tiene como objetivo generar bienestar, alegría y un buen estado de ánimo.

11 de octubre de 2025Valerio MeridioValerio Meridio
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Escudo de la Brigada Paracaidista Dédalo

 

Es una hermosa tarde en Paraná, me encuentro mateando a la orilla del río junto a un gran amigo de quien ya hemos escrito alguna de sus semblanzas guerreras de sus años mozos como soldado alado.  Él es Ángel Wursten, para presentar un aventurero como mi amigo, hay que enfatizar su curiosidad innata, su espontaneidad y su adaptabilidad. Hay que describirlo cómo una persona que siempre buscó nuevas experiencias, que se motiva por la emoción, los desafíos, que tiene una actitud optimista y enérgica, aún en el infortunio. Desde la nota anterior, que giraba en torno al conflicto con Chile y la guerra por Malvinas como integrante de la Fuerza Aérea Argentina, me quedó dando vueltas sus vivencias como integrante de un grupo de paracaidistas civiles, y cómo no quiero que se diluya en el tiempo, esta es la historia de la Brigada de Paracaidismo Dédalo.

 

Cuenta Ángel que finales de 1970, desde Córdoba, llegan destinados a la II Brigada Aérea de Paraná Daniel Cala, Hugo «Bicho» Pedernera y Miguel Samela. Solo tienen unos pocos saltos de experiencia, les sobra entusiasmo por la actividad. Proponen a las autoridades militares de la base crear un grupo de pararescate, pero no prosperó.  Por lo que en el Casino de Suboficiales empiezan a pergeñar la forma de seguir saltando. Pero ir a saltar a un club en Santa Fe es muy engorroso y más costoso. Así dadas las cosas, se deciden a fundar su propio club en la ciudad de su actual destino.

 

El trío se encamina hacia el Aero Club Paraná donde encontraron el sostén que necesitaban. La Comisión Directiva y su presidente, el Dr. Juan Carlos Biondi, acogieron con entusiasmo la propuesta. Era una actividad que beneficiaría a todos por un lado los paracaidistas podrían desarrollar su actividad y por el otro, la misma insuflaría vigor a la institución, con el agregado que los vuelos para los saltos tenían subvenciones en el combustible, los pilotos podrían sumar horas de vuelo, amén que se agregaba una disciplina que permitiría atraer adeptos al club.

 

Se dicta un curso de Paracaidismo teórico, mixto, en las instalaciones de del Círculo de Suboficiales de la Fuerza Aérea Argentina de Paraná. Y es aquí donde encontramos a Ángel, con su espíritu siempre inquieto, aprendiendo sobre gajos, velámenes, cuerdas, arneses, etc. Así, entre clases de procedimientos, emergencias, pasan lo meses desde marzo a noviembre de 1971, va llegando el momento del primer salto para aquellos que aprobaron el curso y las exigencias físicas, Ángel está entre ellos. Se les había asignado un hangar donde plegarán los paracaídas sobre una larga mesa, también se podrá verlos colgados del techo para que se airee la tela.

 

Un día, Pierrou, que es uno de los instructores, le suelta a bocajarro un “Querés saltar?", y Angelito no siendo de los que se hechan atrás, asiente y va a plegar su paracaídas, cada uno manipula el suyo, así son los procedimientos. Pero no puede evitar que su corazón se acelere mientras se encamina a un viejo y pequeño avión Aeronca. Sonríe y mira hacia lo lejos mientras rememora el momento. Saluda a su piloto, Irma Maslein, y allá va Ángel, entre traqueteos y sacudones del diminuto avión hacia a la pista de césped.

 Despega, le cuesta ganar altura, va sentado en el piso, espalda con espalda con el instructor, detrás de la piloto, agarrado del parante del ala y el pie en el estribo, deben llegar a la altura de lanzamiento y cuesta, es un avión de dos plazas. Salta el instructor al que llaman afectivamente el viejo. Le toca saltar, dice con una sonrisa "El susto que tenía, pero la muerte antes que la deshonra", y se arrojó al vacío, fué el primero de los tres saltos de ese día.

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" Acá algunos saltabamos, algunos pilotos y otros colados, yo estoy bajo el plano, de Ray-Ban. Atrás del chino Suárez.El pelado es Pirrou"

A medida que recogen experiencia la gente iba verlos saltar, se instalaban con sillones munidos del equipo de mate, se tomaban unos amargos y los veían saltar todos los domingos. Con el Negro Acosta a veces jugaban a la gallinita, esto es quién abre el paracídas a menor altura, la apuesta...una sidra. En una ocasión, en este arriesgado juego, el pilotín, que es un artilugio que saca el paracaídas principal le da de lleno en la boca. En otro salto el viento lo lleva más allá del predio del club, hacia la ruta, mientras piensa en los camiones. Pero el peligro son los cables de electricidad. Logra pasarlos y cae al campo, relata "Me desparramé en el barro".

La Dédalo llegó a tener 20 integrantes en activo, habiéndose ganado renombre y lustre por estos lares, llegaban invitaciones a distintos eventos en los que ellos daban el cierre como broche de oro. Así lo hicieron en el autódromo Ciudad de Paraná y ante una multitud en las playas de la ciudad, saltando directamente sobre el río. Se presentaron a torneos en numerosas ciudades, inclusive en Uruguay. A Ángel se le ilumina el rostro recordando la vez que se vistieron de Reyes Magos. Tres paracaidistas aterrizaban caracterizados de Reyes Magos para repartir juguetes y golosinas a los niños de los barrios de Paraná que ellos mismos traían en colectivos que pidieron prestados. 

Hace un silencio, se toma despacio el mate, su cara se ensombrece, habla despacio, dice "También tuvimos momentos duros, como cuando perdimos al Negrito Acosta". Un 17 de agosto de 1975, en un torneo en Sauce Viejo, su paracaídas se "chupó" provocando su muerte. Me mira y habla "Es como dicen, el cuerpo confiado a la seda y el alma en manos de Dios".

Su padre sufre un horrible accidente y le hace prometer antes de morir que abandonaría el paracaidismo, lo que lo llevó a alejarse. Pero el impulso de la brigada se fué perdiendo, los costos eran altos y allá por 1978 la Dédalo finalmente desapareció. El 25 de agosto del corriente año, el Aeroclub Paraná se realizó una conmemoración del cincuentenario de la creación de la Brigada Dédalo.

Ángel ha pronunció durante su relato nombres de la Dédalo que reconozco, para mi gran sorpresa, por ejemplo mi antiguo encargado Mario Brunengo, a quien recuerdo afectuosamente a pesar de las décadas pasadas. O el ya desaparecido Jorge Almada, el inefable "Gordo", de muchísimas aventuras e increíbles anécdotas. Hoy el tiempo me encuentra como padrino de su nieto, que sigue orgullosamente la senda del abuelo, y si solo vive la mitad de las aventuras de Jorge, habrá mucho para escribir.

El tiempo de la Dédalo ha concluido hace mucho, espero que este relato ayude a conectar el pasado con el presente y se mantenga en la memoria, y si se conecta con el futuro mejor, quizás jóvenes intrépidos como los Dédalos, un día la revivan.

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