Creación De La Aviación Naval Argentina

En 1919, mediante la División de Aviación Naval dio inicio la etapa orgánica del componente aéreo en la Marina.

COOLTURA 11 de febrero de 2023 CIUDAD24 CIUDAD24
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Como hito precedente y significativo, debe considerarse la instalación, en 1916, del Parque y Escuela de Aerostación y Aviación Fuerte Barragán cuya meta final fue dotar a la institución de un cuerpo de aeronautas y aviadores.

Con la aprobación del proyecto de Organización del Servicio Aeronáutico Naval en 1921 se consolidó la etapa de creación de la Aviación Naval en la Marina de Guerra argentina; resultado concreto –no sin dificultades– de varios años de investigaciones sobre adelantos técnicos y perfeccionamiento del personal en escuelas y fábricas de aviación en Europa.

Año 1918. Parque es escuela «Fuerte Barragán». (Foto: DEHN).

PARQUE Y ESCUELA FUERTE BARRAGÁN:

 El presidente Victorino de la Plaza y el ministro de Marina almirante Juan P. Sáenz Valiente suscribieron el decreto del 11 de febrero de 1916 por el que se creó un parque y escuela de aerostación y aviación en Fuerte Barragán.

 Su jefe fue el entonces teniente de navío Melchor Escola, quien había comenzado con sus clases de vuelo particulares en 1910, luego obtenido su patente de aeronauta militar por la Escuela de Aviación Militar, en 1913 y, finalmente, perfeccionado sus conocimientos de aeronáutica en Europa, en 1914. También se lo designó como profesor.

Los objetivos de la misma fueron: la enseñanza y preparación general del personal de oficiales de observación y comando, los pilotos y los mecánicos; y construir, reparar y mantener en perfecto estado de funcionamiento las aeronaves, aviones e hidroaviones [sic] y sus accesorios, que para el servicio de la Armada se crean convenientes.

HACIA EL CUERPO DE AVIACIÓN NAVAL:

Como ya se ha señalado la meta final del denominado “Parque y Escuela Fuerte Barragán” era la formación de un cuerpo de aeronautas y aviadores escogiéndose su personal dentro de los patentados en todas las categorías y entre los que se hayan distinguido en estos servicios.

El personal de oficiales y suboficiales que podía ser designado para integrarse a la especialidad fue establecido también por el decreto en cuestión: los oficiales de observación y comando pertenecerán al cuerpo General de la Armada, los pilotos serán suboficiales y oficiales de mar de las categorías de timonería y de señales, y los mecánicos serán de las categorías de máquinas y de electricidad.

Como concesión especial se permitió el ingreso a los oficiales de los cuerpos auxiliares.

Año 1919. Hidroavión Macchi CM7 (Foto: DEHN).

LAS ACTIVIDADES EN EL PARQUE Y ESCUELA FUERTE BARRAGÁN:

El 1º de abril de 1916, bajo la jefatura del teniente Escola, comenzaron los cursos con alumnos pertenecientes a personal militar superior y subalterno.

La carencia de elementos de vuelo (agravada por las dificultades para conseguir repuestos dada la guerra en Europa), las restricciones económicas y escasez de profesores, hicieron que los cursos fueran muy irregulares. Sin embargo, mediante la gestión de su personal y de los agregados navales en Estados Unidos, de continuo se recibía material por donación.

El teniente Escola fue dado de pase a mediados de 1917, siendo reemplazado en la jefatura por el teniente de fragata Raúl R. Moreno, quien había estado a cargo de los talleres desde los comienzos de actividades.

SUSPENSIÓN DE ACTIVIDADES EN EL PARQUE Y ESCUELA FUERTE BARRAGÁN:

El 18 de junio de 1918, el ministro de Marina ordenó al teniente de navío Heraclio Fraga, jefe del Parque desde hacía escasos siete días, el cierre de la escuela de Fuerte Barragán y la suspensión de las actividades de vuelo. Se asignó una dotación de personal para el mantenimiento de instalaciones y material. Esa decisión condujo a una interpelación parlamentaria, teñida de rencillas políticas que aquí no consideraremos.

La clausura de la escuela fue parte de una readecuación y no de un abandono de objetivos en cuanto a la implementación de la aviación naval. No era la primera vez que en la Armada se suspendían y reabrían las escuelas de formación por razones de economía, buena administración o reorganización.

De hecho, en 1920, las actividades de vuelo fueron retomadas en Fuerte Barragán a instancias del mismo poder ejecutivo que las había interrumpido (a excepción de Alvarez de Toledo que ya no cumplía funciones como ministro). A partir de 1922, también durante la presidencia de Yrigoyen, adquirió la jerarquía de segunda base aeronaval del país al albergar la Escuela de Aerostación Naval; y se mantuvo en ese rango hasta la inauguración de la Estación Aeronaval Punta Indio.

Finalmente, desde 1930, permaneció vinculada a la instrucción elemental impartida por la Escuela de Aviación Naval.

 Año 1913. Teniente de fragata Melchor Escola. (Foto: DEHN).
Año 1915. Biplano El colorado, usado para clases de vuelo. (Foto: DEHN).

LA FORMACIÓN DE PERSONAL EN EL EXTRANJERO:

En enero de 1917, fueron enviados tres oficiales a perfeccionarse en la Naval Air Station Pensacola (Florida, Estados Unidos). Luego de un año, el teniente de fragata Ricardo Fitz Simon y los alféreces de navío Ceferino Pouchan y Marcos Zar, siguieron su instrucción en dos escenarios de la Primera Guerra Mundial –Francia e Italia– y retornaron al país a fines de 1919 con varios diplomas de piloto. El recambio se dispuso el 3 de marzo de 1920, al ser trasladados a Pensacola los alféreces de fragata Esteban Zanni, Victor Padula y Silvio Leporace. Asimismo, el ingeniero maquinista de tercera Juan Sidoti fue destinado a la fábrica Curtiss (Garden City, Long Island, Estados Unidos).

Esto abona la idea que el ministerio, lejos de abandonar el desarrollo de la aviación naval, simplemente reajustó las acciones a seguir. Más aún, en la memoria de Marina de 1918, el ministro Alvarez de Toledo sostenía que el importante rol que en la actual guerra está jugando la Aviación, señala la necesidad imperiosa hoy, de establecer entre nosotros las escuelas para la instrucción del personal y los parques para depósito y recorrido del material.

En febrero de 1919, Alvarez de Toledo renunció como ministro de Marina. Fue reemplazado, en carácter de interino, por el entonces ministro de Guerra, Julio Moreno. En febrero de 1921, el contralmirante Tomás Zurueta accedió al cargo.

A pesar de esos contratiempos y vaivenes, fueron tiempos productivos para la aviación naval argentina y se cosechó lo sembrado en los años anteriores.

Destacamento Naval de Hidroaviones en San Fernando (Foto: DEHN).

DESTACAMENTO NAVAL DE HIDROAVIONES EN SAN FERNANDO:

En marzo de 1919 se inició la construcción de un hangar con armazón de madera y lona impermeable para lo que se denominó el Destacamento Naval de Hidroaviones en la localidad de San Fernando. Allí fue recibida una donación del gobierno italiano, gestionada a través del barón Antonio de Marchi, consistente en cuatro hidroaviones Macchi (dos bombarderos BM-9 y dos cazas CM-7).

Buena parte del personal que había revistado en el Parque y Escuela Fuerte Barragán fue designado al servicio del nuevo organismo. En este destacamento hicieron práctica de vuelo los pilotos aviadores que se encontraban en el país y se instruyó en el cuidado y conservación del material al personal subalterno.

Año 1917. El teniente de fragata Ricardo Fitz Simón y los alféreces de navío Marcos Zar y Ceferino Pouchán. (Foto: DEHN).

CREACIÓN DE LA DIVISIÓN DE AVIACIÓN NAVAL:

El 17 de octubre de 1919, el presidente Hipólito Yrigoyen y el ministro de marina interino Julio Moreno suscribieron el decreto de creación de la División de Aviación Naval. Para entonces, no cabía duda acerca de las funciones tácticas y estratégicas que podía desempeñar la aviación y dado su eficacia en la guerra marítima se ponía de manifiesto la necesidad improrrogable de su creación en la Armada.

Esta división dependió de la Secretaría General del Ministerio de Marina y se le encargó la preparación de los proyectos para la formación del cuerpo de Aviación Naval, la utilización del personal y del material con que actualmente se cuenta y que eventualmente se adquiera. Días más tarde fue nombrado como jefe de la misma al capitán de fragata José C. Gregores.

Así dio inicio la etapa orgánica del componente aéreo en la Marina. Asimismo, el decreto de creación de la división tomó en consideración la llegada al país de los primeros oficiales aviadores (Fitz Simón, Pouchán y Zar), especializados en las escuelas de los Estados Unidos y de Europa, y enviados en tiempos del mencionado Alvarez de Toledo. Subyacía la convicción que, estos oficiales debidamente preparados serían los asesores mejor calificados para la definitiva organización del arma. Esto último se logró el 29 de noviembre de 1921, mediante la aprobación del proyecto de Organización del Servicio Aeronáutico Naval, redactado a instancias de esta división.

Esa organización proyectó la creación de la base aeronaval en Puerto Militar (actual Puerto Belgrano) y de dos centros de enseñanza/aprendizaje, la Escuela de Aviación Naval y la Escuela de Aerostación Naval.

Oficiales y mecánicos junto a un hidroavión italiano Macchi CM7 (Foto: DEHN).

LAS ESCUELAS DE AVIACIÓN Y AEROSTACIÓN NAVALES (1921):

El 29 de octubre de 1921 fue creada la Escuela de Aviación Naval destinada a preparar el personal necesario para el servicio aeronáutico y utilizar el arma aérea de la Marina. Inicialmente, funcionó en el Arsenal de Puerto Militar.

El capitán de fragata José C. Gregores fue designado como director de esta escuela y comandante del guardacostas Almirante Brown, donde se le dio asiento hasta tanto se construyeran los locales apropiados. Como subdirector, segundo comandante y profesor, se designó al teniente de fragata Ricardo Fitz Simón, quien había colaborado en la redacción del reglamento que dio origen a este organismo.

Las actividades generales se iniciaron el 1º de marzo de 1922. Se fijó en veinte el número de alumnos para el curso de pilotos aviadores, y en veinticinco, el número de aprendices de aviación.

Asimismo, el 3 de enero de 1922 fue creada la Escuela de Aerostación Naval que funcionará hasta nueva disposición en el emplazamiento actual del Parque y Escuela de Fuerte Barragan. Con ello, se oficializó una situación que se estaba dando en los hechos. Durante 1921, el Parque había recibido por donación un dirigible semirígido para exploración, un hangar, una fábrica de hidrógeno y repuestos. Esos equipos e instalaciones habían sido entregados por la Compañía de Excursiones Aéreas, entidad comercial de carácter privado constituida por capitales argentinos e italianos.

El grupo italiano, que operó en San Fernando, donó a la Aviación Naval Argentina dos hidroaviones Macchi M.9 y dos M.7, además del hangar y las instalaciones de esa pequeña base, de dónde operaron. Dichas aeronaves fueron las primeras de su tipo en la Armada.

Considerando esos hechos, el citado reglamento había dado pautas para la organización de dicha escuela y el personal que debía ser asignado. El teniente de navío Julio Zurueta fue su primer director mientras que el teniente de fragata Ceferino Pouchán fue subdirector y profesor de la misma.

Las actividades generales se iniciaron el 15 de marzo de 1922. Se fijó en ocho el número de alumnos para el curso de pilotos de aerostación.

Gracias a la presencia de oficiales militares debidamente capacitados, la Marina logró instruir, evaluar y conceder los títulos de pilotos a su personal, independizándose del Aero Club Argentino.

En lo relativo al personal, se mantuvo la clasificación establecida por el decreto de creación de la escuela de aviación de Fuerte Barragán: pilotos aviadores navales y observadores procedentes del cuerpo de comando (cuerpo general), pilotos navales procedentes de los suboficiales y oficiales de mar de las categorías timonería y señales; y mecánicos procedentes de las categorías de máquinas o electricidad. Asimismo, se admitían otras especialidades o cuerpos que a juicio de la superioridad resultaran convenientes.

La historia se fue acumulando y de aquellos años en el Parque y Escuela de Fuerte Barragán, se dio lugar hoy, a la Escuela de Aviación Naval (ESAN) en la Base Aeronaval de Punta Indio.

CONCLUSIONES:

Desde 1912, la Marina inició un proyecto destinado a la creación de su propio servicio de aerostación naval, el que además de medios aéreos debía contar con un cuerpo de aviadores y aeronautas debidamente preparados y personal capacitado para mantener constantemente el material en su máximo de eficiencia, proceder al estudio de los aparatos o a su perfeccionamiento.

En pos de ese objetivo, se procuró un conocimiento acabado de los adelantos técnicos en la materia y el perfeccionamiento teórico y práctico del personal, tanto en actividades de vuelo como en la mecánica de las aeronaves.

 De esas primeras experiencias se comprendió que la formación de aviadores, pilotos y mecánicos debía abordarse desde el entrenamiento profesional y una rigurosa selección del personal en todas las jerarquías.

 Tras la finalización de la Primera Guerra Mundial, se tornó imperiosa la implementación del componente aéreo en la Marina. En 1919, fue incorporado a la orgánica mediante la creación de la División de Aviación Naval y, en 1921, se logró la consumación de esta etapa fundacional a través de la aprobación y puesta en funcionamiento del proyecto de Organización del Servicio Aeronáutico Naval.

POR: ARMADA ARGENTINA
DEPARTAMENTO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS NAVALES

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